MADE IN SPAIN
(cuando las ondas no nos llegan con nitidez, o no llegan, simplemente).
Hace tiempo, unos años atrás, mientras conducía hacia un lugar, con unas personas, a mitad del camino puse la radio para escuchar las noticias y hacer más ameno el viaje. Para variar, el noticiario trataba de casos de corrupción en política. El tema estrella de la semana era el caso de un alcalde que se había agenciado de las arcas públicas un chorro de pasta y había dejado el ayuntamiento tiritando. Ipso facto todos empezamos a rasgarnos las vestiduras, “…hay que ver que mancha de hijos de puta”, “yo a esos tíos les colocaba una soga al cuello”, “con esta mierda de justicia, seguro que está en la calle a los dos días”, y bla bla bla bla. El caso es que llegamos a nuestro destino y allí dentro del coche se quedaron los ecos de la conversación.
Al cabo de dos meses, volví a coincidir con estas personas en mi coche y repetí la misma operación, encendí la radio, pero al cabo de unos segundos pudimos comprobar que se escuchaba a trompicones, había interferencias y las palabras eran inteligibles por lo que decidí apagarla. Pasados unos cuantos kilómetros paré en una gasolinera y al regresar al coche después de pagar pude comprobar que me habían robado la antena la noche anterior. Entré y lo comenté allí a los presentes, y entonces escuché de sus bocas sin interferencias… “joder, vaya putada, a mí me la robaron hace tiempo, pero un día de borrachera cogí la de otro coche”, “yo igual, a mí me la han robado dos veces y en el parking del Mercadona se la quité a otro”, “¿tú quieres una?, mi marido es la polla, seguro que te la consigue”.
(cuando las ondas no nos llegan con nitidez, o no llegan, simplemente).
Hace tiempo, unos años atrás, mientras conducía hacia un lugar, con unas personas, a mitad del camino puse la radio para escuchar las noticias y hacer más ameno el viaje. Para variar, el noticiario trataba de casos de corrupción en política. El tema estrella de la semana era el caso de un alcalde que se había agenciado de las arcas públicas un chorro de pasta y había dejado el ayuntamiento tiritando. Ipso facto todos empezamos a rasgarnos las vestiduras, “…hay que ver que mancha de hijos de puta”, “yo a esos tíos les colocaba una soga al cuello”, “con esta mierda de justicia, seguro que está en la calle a los dos días”, y bla bla bla bla. El caso es que llegamos a nuestro destino y allí dentro del coche se quedaron los ecos de la conversación.
Al cabo de dos meses, volví a coincidir con estas personas en mi coche y repetí la misma operación, encendí la radio, pero al cabo de unos segundos pudimos comprobar que se escuchaba a trompicones, había interferencias y las palabras eran inteligibles por lo que decidí apagarla. Pasados unos cuantos kilómetros paré en una gasolinera y al regresar al coche después de pagar pude comprobar que me habían robado la antena la noche anterior. Entré y lo comenté allí a los presentes, y entonces escuché de sus bocas sin interferencias… “joder, vaya putada, a mí me la robaron hace tiempo, pero un día de borrachera cogí la de otro coche”, “yo igual, a mí me la han robado dos veces y en el parking del Mercadona se la quité a otro”, “¿tú quieres una?, mi marido es la polla, seguro que te la consigue”.
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